En los últimos años se ha producido una explosión de protesta contra la brutalidad y la represión policial, sobre todo en Ferguson, Misuri, donde estallaron quejas de larga data en violentas manifestaciones tras el asesinato policial de Michael Brown. Entre activistas, periodistas y políticos, la conversación sobre cómo responder y mejorar la policía se ha centrado en la rendición de cuentas, la diversidad, la capacitación y las relaciones comunitarias. Desafortunadamente, estas reformas no producirán resultados, ni solos ni combinados. Hay que abordar el núcleo del problema: la naturaleza de la propia policía moderna. Las prácticas de "ventanas rotas", la militarización de las fuerzas del orden y la dramática expansión del papel de la policía en los últimos cuarenta años han creado un mandato para los oficiales que debe revertirse.

 

Este libro intenta desatar la discusión pública revelando los orígenes contaminados de la policía moderna como herramienta de control social. Muestra cómo la expansión de la autoridad policial es incompatible con el empoderamiento de la comunidad, la justicia social, incluso la seguridad pública. Basándose en investigaciones innovadoras de todo el mundo, y cubriendo prácticamente todas las áreas de la cada vez más amplia gama de trabajos policiales, Alex Vitale demuestra cómo las fuerzas del orden han llegado a exacerbar los mismos problemas que se supone que debe resolver.

 

Por el contrario, hay lugares en los que la sólida implementación de alternativas policiales —como la legalización, la justicia restaurativa y la reducción de daños— ha dado lugar a reducciones de la delincuencia, el gasto y la injusticia. La mejor solución a la mala vigilancia policial puede ser el fin de la vigilancia policial.