Novela escrita a dos manos entre dos autores que jamás habían llegado a coincidir físicamente, Pasiones Virtuales nos adentra en uno de los primeros romances a través de la red en un mundo cuya naturaleza empezaba a cambiar gracias a internet. La historia de amor entre un arquitecto que sueña con ser pintor y su alma gemela, una mujer al otro lado de la pantalla, nos demuestra que la pasión a veces está a flor de piel y otras veces a flor de teclado.
Este audiolibro está narrado en castellano.
Lope de Vega, el fénix de los ingenios
Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635) nació en Madrid. Su padre, Félix de Vega, era bordador y aficionado a hacer versos; de su madre, Francisca Fernández Flórez, poco o nada se sabe.
Pasó parte de su infancia en casa de su tío Miguel del Carpio, inquisidor en Sevilla y debido a las muestras de su talento dio desde muy pequeño, sus padres, impresionados por la precocidad del hijo, lo llevaron al estudio regentado por el famoso escritor y músico Vicente Espinel.
Estudió con los jesuitas donde empezó a preparar obras teatrales de temática religiosa, claramente destinado en un principio a hacerse clérigo. Pero Alcalá era una ciudad en la que bullía el ambiente estudiantil, y sin duda el joven Lope preferiría gozar de aquella vida libre, con sus juergas y correrías, antes que encerrarse en las aulas, por lo que no terminó sus estudios sino que conoció a la primera de una larga lista de mujeres que pasarían por su vida: María de Aragón a la que él llamaba en sus versos "Marfisa".
En 1582 Lope se alistó en la expedición del marqués de Santa Cruz a la Isla Terceira, en las Azores. De vuelta de esta misión, conoció al segundo gran amor de su vida, la actriz Elena Osorio (llamada “Filis” y “Dorotea” en sus obras), hija del empresario teatral Jerónimo Velázquez y… ya casada con otro actor, Cristóbal Calderón. Lope y Elena mantuvieron una apasionada relación, mientras él escribía comedias para el padre; pero Elena, al enviudar, desdeñó a Lope y prefirió casarse con un hombre rico. Resentido, Lope rompió su contrato con Jerónimo Velázquez y escribió algunos libelos y versos contra Elena y su familia, que le costaron primero la cárcel y luego una sentencia de destierro de la Corte durante cuatro años, y del reino de Castilla otros dos. Pero antes de salir de Madrid, Lope raptó, con su consentimiento, a Isabel de Urbina (a la que llamará “Belisa” en sus escritos), con la que se casó por poderes el 10 de mayo de 1588 para ir a residir en Valencia, donde nacerá su hija Antonia. Con su mujer e hija se trasladará en 1590 a Toledo para trabajar como secretario de don Francisco de Rivera Barroso; después entrará al servicio del duque de Alba, y entretanto escribirá varias comedias, novelas y poesía; pese a su juventud, era ya un autor famoso y reconocido, al que Cervantes había elogiado en La Galatea.
Esta etapa de felicidad familiar termina con la muerte de su hija Antonia y, poco después, la de su esposa Isabel, al dar a luz a otra niña, Teodora, que tampoco sobrevivirá mucho tiempo. En 1595, levantada la pena de destierro, Lope de Vega regresa a Madrid, y allí sus aventuras se multiplican. Su relación con la viuda doña Antonia Trillo, que regentaba una casa de juego, le llevó a ser procesado por amancebamiento. Vivió también un largo romance con la actriz Micaela de Luján (nombrada como “Lucinda” o “Camila Lucinda” en sus obras), que le dio cinco hijos, de los cuales sólo dos, Lope Félix y Marcela, alcanzaron la edad adulta. Y en abril de 1598, Lope de Vega contrajo matrimonio –para muchos, de conveniencia- con doña Juana de Guardo, hija de un rico abastecedor de carne y pescado. Durante varios años Lope llevará una doble vida, manteniendo dos mujeres – Juana y Micaela- y dos familias; también es importante su relación con otra actriz, Jerónima de Burgos, amante y amiga para la que escribió algunas de sus obras más famosas, como La dama boba o El perro del hortelano.
En 1607, ya con cuarenta y cinco años de edad, Lope de Vega entra al servicio del duque de Sessa, convirtiéndose en su secretario y también en su amigo y protegido. Este es el inicio de un período más sosegado en su vida. Ingresó en la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento, y más tarde en la Orden Tercera de San Francisco. En 1613 murió su esposa, Juana de Guardo, al dar a luz a su hija Feliciana; al año siguiente, Lope de Vega se ordenó sacerdote, aunque este cambio de estado no supuso ni mucho menos el fin de sus aventuras galantes. Ya ordenado, tuvo relaciones con la actriz Lucía Salcedo, apodada “la loca de Nápoles”. Su último gran amor fue Marta de Nevares, la “Amarilis” de sus versos, con la que vivió sin tapujos y a la luz pública, pese a ser él sacerdote y ella casada. Tuvieron una hija, Antonia Clara, y de esta época son grandes títulos como El caballero de Olmedo, El mejor alcalde, el Rey o Lo fingido verdadero. Pero Marta de Nevares enfermó repentinamente, quedando primero ciega y luego sufriendo ataques de locura. Lope la cuidó con toda paciencia y cariño hasta su muerte en 1632, año en el que aparece la que para muchos es su obra maestra, La Dorotea. Dos años después escribió la que seguramente es la última de sus comedias, Las bizarrías de Belisa.
Los últimos años de Lope fueron de gran tristeza, no sólo por la pérdida de Marta de Nevares, sino también por la muerte de su hijo Lope Félix y la huida de su querida hija Antonia Clara, que abandonó la casa de su padre en brazos de un seductor. El 26 de agosto de 1635 Lope de Vega murió en paz, tras haber recibido los últimos sacramentos. Las honras fúnebres celebradas en su honor duraron nueve días y fueron las más notables de su época. De todos sus hijos, sólo una siguió los pasos de su padre: Marcela del Carpio, o Sor Marcela de San Félix, monja trinitaria que además de desempeñar casi todos los oficios posibles dentro del convento, fue autora de una nutrida obra poética y de seis obras teatrales.