Margaret está desesperada: después de quedarse viuda no consigue hacer reflotar su empresa, pero alguien parece haber atendido sus oraciones. Ella está convencida de que ha sido Dios.

Recibe una herencia inesperada de un antiguo cliente, de cuando ejercía la prostitución y decide dar un cambio a su vida y para ello en primer lugar quiere mejorar su aspecto.

Conoce al doctor Kauffman, cirujano plástico que se enamora de ella pero Margaret no quiere compromisos.

Ella quiere viajar todo lo que no pudo hacerlo mientras estuvo casada y así mientras viaja por Europa conoce a un joven cantante que se interesa por ella como modelo. Aunque es mucho más joven que ella, él se enamora de Margaret.